Primera sesión: ¡Os presento mi pueblo!

El día 16 de marzo comenzábamos esta nueva aventura en la que nos vemos inmersos. En un primer momento de la tarde nos reunimos y presentamos el proyecto a las familias, solucionamos las dudas que nos fueron surgiendo y que el que escribe pudo y nos pusimos manos a la obra.
Como hemos dicho varias veces ya, el eje del proyecto será el juego y así comenzábamos. Para presentarnos hicimos dos dinámicas dentro del aula, mientras dábamos un poco de cancha al tiempo que nos dejó una primera hora lluviosa en la calle.
Una vez hechas las presentaciones y el cielo un poco más azul, vamos a lo que vinimos: Repartimos los planos, dimos algunas indicaciones y pautas de orientación y nos fuimos a conocer el pueblo.
Nuestro primer destino fue la Ermita de Jesús del Llano. Antes de empezar echamos un vistazo. ¡Así pudimos descubrir innumerables curiosidades sin que yo dijera nada! Desde el majestuoso nido de cigüeñas que corona el campanario, hasta las inscripciones en latín de la puerta lateral, alguna ventana tapiada, la fecha de construcción… Y nos pusimos a jugar a “Urda” Un juego popular en el que los niños tienen que pillar con las manos juntas primero y en cadena a medida que van cogiendo a compañeros.


Desde ahí nos movemos hacia el este buscando el Molino de Viento, junto a un horno de leña tradicional. Contamos un poco su historia tan misteriosa y aprovechando la buena situación y el poco tráfico hacemos dos grupos para saltar en el juego de “Una, mi mula” Este juego consiste en ir saltado a los compañeros al tiempo que vamos diciendo unas retahílas que nos condicionan un poco cada salto.

Por nuestra calle “de las chozas” llegamos hasta la calle “de las piedras” hacia abajo hasta llegar “al cotanillo” para enlazar con el camino que llevaba Mestanza y dirigirnos hacia la plaza de la Constitución, donde se ubica la iglesia de San Mateo. Apretados por el tiempo y por la hora jugamos en el atrio a “la pillá en línea” Una variante de pillar utilizando las losas que adornan la entrada a la iglesia.


Desde allí llegamos al cerro del cueto, visitamos las ruinas de la iglesia de Sta. María y, bajo la mirada atenta de nuestro castillo, escondimos un pañuelo que haría las veces de “nabo escodío” El juego consistía en esconder la prenda y, una vez encontrada, arrear a los compañeros con ella.
Después, casi avivados por las nubes que venían amenazando subimos de vuelta al colegio con los “deberes” bien hechos.

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